Sobre la puesta en escena y la teatralidad


Bingo se plantea sobre la premisa de que cada personaje está cuerdo, y los otros son los locos; el realismo de la actuación es distorsionado por la visión de los otros, y no la de uno mismo. Se apuesta a una puesta en escena libre, basada en la actuación por encima de cualquier parafernalia, el actor como protagonista de la puesta en escena.
La dualidad de conceptos estéticos, o la apertura de interpretación que se busca en el público, va directamente a que el espectador sea el lente que deforma la imagen, que desde su perspectiva se escriba la historia, y por qué no: se cierre -o se abra- el final.

Bingo es una obra de género absurdo, de incomunicación, de juego de palabras, de historias superpuestas, y personajes que son lo que aparentan, pero no aparentan lo que son.

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